- Mensajes
- 202
- Puntos de reacción
- 89
- Puntos
- 229
Suguru Geto era el perfecto estereotipo de lo que un alfa debía ser. Alto, musculoso, de los mejores en los estudios, atlético... Lo único que se salía del molde era que, usualmente, era amable con las personas, un rasgo que se suponía un alfa no debía tener.
No le gustaba tratar mal a las personas, eso no le habían enseñado sus madres. Por lo que usualmente no lo hacia.
Por lo que nadie se sorprendió cuando se convirtió en el mejor amigo de Satoru Gojo.
Eran los dos de la generación, los dos estaban en más clases que nadie, en demasiadas actividades extracurriculares, se parecían en mucho, aunque Satoru era un omega.
Uno que tenía a la mayoría de la preparatoria babeando en el piso que pisaba.
Y, para bien o para mal, Suguru no era la excepción. Aunque él lo sabía disimular.
O, por lo menos, eso pensaba él
—Me parece algo tonto que digan que puedes tener todo el helado que quieras, pero te pongan un limite cuando quiero seguir poniendo más helado, ¿No crees?
Suguru asintió con suavidad, tratando de evitar que esta vez su cerebro no tuviera un cortocircuito cuando comenzará a hablar.
—Oye, Satoru... ¿Tienes planes este viernes? Pensé que podríamos...
Sus palabras quedaron en el aire cuando Satoru puso una cucharada del helado en su boca sin previo aviso.
—¿Te gusta más ese? —le preguntó, poniendo más helado en su boca— ¿O te parece mejor este?
Suguru mastico en silencio, pensando sus palabras una vez más antes de pensar que no era el momento.
—¿Me ibas a decir algo? —Satoru le preguntó con una sonrisa, ladeando su cabeza.
—No, nada importante —contestó Suguru, antes de señalar el helado de choco menta— este sabe mejor que el otro.
—¡Ya lo sabía! Compraré más de este, más les vale no ponerme un límite esta vez. ¿Quieres un poco?
—Sí, gracias.
—¡Vamos entonces! —le dijo con una sonrisa, tomando su mano y caminando hacia la heladería— Quiero ver si a todos les ponen un límite o solo a mi, porque me parece una publicidad muy engañosa.
No le gustaba tratar mal a las personas, eso no le habían enseñado sus madres. Por lo que usualmente no lo hacia.
Por lo que nadie se sorprendió cuando se convirtió en el mejor amigo de Satoru Gojo.
Eran los dos de la generación, los dos estaban en más clases que nadie, en demasiadas actividades extracurriculares, se parecían en mucho, aunque Satoru era un omega.
Uno que tenía a la mayoría de la preparatoria babeando en el piso que pisaba.
Y, para bien o para mal, Suguru no era la excepción. Aunque él lo sabía disimular.
O, por lo menos, eso pensaba él
—Me parece algo tonto que digan que puedes tener todo el helado que quieras, pero te pongan un limite cuando quiero seguir poniendo más helado, ¿No crees?
Suguru asintió con suavidad, tratando de evitar que esta vez su cerebro no tuviera un cortocircuito cuando comenzará a hablar.
—Oye, Satoru... ¿Tienes planes este viernes? Pensé que podríamos...
Sus palabras quedaron en el aire cuando Satoru puso una cucharada del helado en su boca sin previo aviso.
—¿Te gusta más ese? —le preguntó, poniendo más helado en su boca— ¿O te parece mejor este?
Suguru mastico en silencio, pensando sus palabras una vez más antes de pensar que no era el momento.
—¿Me ibas a decir algo? —Satoru le preguntó con una sonrisa, ladeando su cabeza.
—No, nada importante —contestó Suguru, antes de señalar el helado de choco menta— este sabe mejor que el otro.
—¡Ya lo sabía! Compraré más de este, más les vale no ponerme un límite esta vez. ¿Quieres un poco?
—Sí, gracias.
—¡Vamos entonces! —le dijo con una sonrisa, tomando su mano y caminando hacia la heladería— Quiero ver si a todos les ponen un límite o solo a mi, porque me parece una publicidad muy engañosa.
(…)
Suguru se removió en su cama, mirando la bandeja de mensajes en su celular, pensando en como debía escribirlo.
"Satoru.
Eres el omega. No, la persona más maravillosa que nunca he conocido jamás. Me gusta tu cabello, tus ojos, tus labios y lo inteligente que eres, tu sentido del humor y como tu sonrisa parece iluminar el lugar donde estás.
Te extraño siempre que no estoy a tu lado y no pienso en nada más que en ti cuando estoy contigo. Me gusta tu obsesión por lo dulce y siempre me preguntó si tus labios sabrán así.
Quiero abrazarte, besarte, tocarte, amarte. Espero que no te incomodé saber eso, porque es lo que siento realmente.
Si pudieras darme una oportunidad, te juro que te trataría como lo mereces.
Por favor, se mi Valentín este viernes.
Te quiero."
Suguru respiró profundamente, pensando si eran las palabras correctas. Se escuchaba un poco... intenso, si era sincero consigo mismo.
Pero sin nada que perder, envió el mensaje a Shoko en lugar de a Satoru.
"DIME SI ESTO SE ESCUCHA BIEN!!!!!!!!"
Su respuesta no tardo en llegar, pero solo hizo que Suguru soltará un suspiró pesado.
"¿Le vas a pedir matrimonio o una cita? Es San Valentín, idiota, solo dile '¿Quieres salir conmigo?'"
Suguru frunció el ceño, esa pregunta no acaparaba todo lo que sentía, no le servía en nada. Pero sí que borró el mensaje.
Asustaría a Satoru si le enviaba eso.
"Satoru.
Eres el omega. No, la persona más maravillosa que nunca he conocido jamás. Me gusta tu cabello, tus ojos, tus labios y lo inteligente que eres, tu sentido del humor y como tu sonrisa parece iluminar el lugar donde estás.
Te extraño siempre que no estoy a tu lado y no pienso en nada más que en ti cuando estoy contigo. Me gusta tu obsesión por lo dulce y siempre me preguntó si tus labios sabrán así.
Quiero abrazarte, besarte, tocarte, amarte. Espero que no te incomodé saber eso, porque es lo que siento realmente.
Si pudieras darme una oportunidad, te juro que te trataría como lo mereces.
Por favor, se mi Valentín este viernes.
Te quiero."
Suguru respiró profundamente, pensando si eran las palabras correctas. Se escuchaba un poco... intenso, si era sincero consigo mismo.
Pero sin nada que perder, envió el mensaje a Shoko en lugar de a Satoru.
"DIME SI ESTO SE ESCUCHA BIEN!!!!!!!!"
Su respuesta no tardo en llegar, pero solo hizo que Suguru soltará un suspiró pesado.
"¿Le vas a pedir matrimonio o una cita? Es San Valentín, idiota, solo dile '¿Quieres salir conmigo?'"
Suguru frunció el ceño, esa pregunta no acaparaba todo lo que sentía, no le servía en nada. Pero sí que borró el mensaje.
Asustaría a Satoru si le enviaba eso.
(…)
Ya era jueves, era su última oportunidad si realmente quería una cita con Satoru.
Compró el helado que a Satoru le gustaba y lo llevó consigo para esperarlo fuera del pasillo de su clase.
—¡Satoru! —le llamó cuando las personas comenzaron a salir. Pero le fue imposible acercarse a él cuando el salón de al lado también comenzó a salir, haciendo que Satoru quedará lejos.
El helado se le resbalo de las manos, manchando por completo su camisa.
—Oh —dijo Satoru cuando logró llegar a su lado, mirando la camisa de Suguru con una sonrisa divertida—¿Qué sucedió?
Suguru negó con la cabeza, otra oportunidad arruinada.
—Nada importante... Solo ignora eso. Por favor.
Satoru lo miró con una sonrisa aún más grande, pasando su brazo por los hombros de Suguru, caminando alegremente para salir del campus.
—Bueno, puedo ignorarlo, pero eso no lo hace menos divertido, mira que tirarte todo el helado encima. Que desperdició. Deberíamos ir por otro.
Suguru negó con la cabeza, enterrando sus uñas en su mano para no acariciar la cintura de Satoru.
—No, no, esta bien.
—Tranquilo, yo pagó —Satoru le dijo con una sonrisa, girando su cabeza hacia él, quedando muy cerca del rostro de Suguru.
Satoru le sonrió, soltando un suave soplido, moviendo el mechón del cabello de Suguru.
Suguru lo miró con la ceja alzada, pero terminó por asentir mientras soltaba una pequeña risita.
—Esta bien, niño rico. Vamos por el helado.
Satoru asintió, una sonrisa aún mas grande en sus labios.
—Genial. Debemos conmemorar que viniste por mi a mi salón. ¡Que gesto tan dulce de tu parte!
Suguru sonrió, poniendo temblorosamente su mano en la cintura de Satoru.
—¿Tienes frío?
—No, no —dijo, negando con la cabeza con rapidez— Digo, ¡Sí! ¡Es el helado! El que me cayó en la camisa...
—Claro —Satoru asintió— deberías cambiarte.
Compró el helado que a Satoru le gustaba y lo llevó consigo para esperarlo fuera del pasillo de su clase.
—¡Satoru! —le llamó cuando las personas comenzaron a salir. Pero le fue imposible acercarse a él cuando el salón de al lado también comenzó a salir, haciendo que Satoru quedará lejos.
El helado se le resbalo de las manos, manchando por completo su camisa.
—Oh —dijo Satoru cuando logró llegar a su lado, mirando la camisa de Suguru con una sonrisa divertida—¿Qué sucedió?
Suguru negó con la cabeza, otra oportunidad arruinada.
—Nada importante... Solo ignora eso. Por favor.
Satoru lo miró con una sonrisa aún más grande, pasando su brazo por los hombros de Suguru, caminando alegremente para salir del campus.
—Bueno, puedo ignorarlo, pero eso no lo hace menos divertido, mira que tirarte todo el helado encima. Que desperdició. Deberíamos ir por otro.
Suguru negó con la cabeza, enterrando sus uñas en su mano para no acariciar la cintura de Satoru.
—No, no, esta bien.
—Tranquilo, yo pagó —Satoru le dijo con una sonrisa, girando su cabeza hacia él, quedando muy cerca del rostro de Suguru.
Satoru le sonrió, soltando un suave soplido, moviendo el mechón del cabello de Suguru.
Suguru lo miró con la ceja alzada, pero terminó por asentir mientras soltaba una pequeña risita.
—Esta bien, niño rico. Vamos por el helado.
Satoru asintió, una sonrisa aún mas grande en sus labios.
—Genial. Debemos conmemorar que viniste por mi a mi salón. ¡Que gesto tan dulce de tu parte!
Suguru sonrió, poniendo temblorosamente su mano en la cintura de Satoru.
—¿Tienes frío?
—No, no —dijo, negando con la cabeza con rapidez— Digo, ¡Sí! ¡Es el helado! El que me cayó en la camisa...
—Claro —Satoru asintió— deberías cambiarte.
(…)
No pudo decirle, se acobardo cada una de las veces que intento pedirle a Satoru una cita, ni siquiera podía verlo correctamente a los ojos porque comenzaba a tartamudear.
Y ahí estaba. 13 de febrero. 11:57 de la noche. Claramente atrapado en su propia idiotez.
Pero los pequeños golpes en su ventana lo sacaron de sus pensamientos, girando la cabeza hacia ahí, mirando a Satoru ahí, parado afuera.
Se levantó de un saltó, mirando la ventana y abriéndola casi al instante.
—Dios, ya hasta lo alucino —susurró Suguru, haciendo que la ceja de Satoru se levantará.
—Aw, Sugubup, ¿Estoy en tus fantasías? Me halagas.
Suguru sintió sus mejillas calentarse mientas el omega comenzaba a cruzar el lumbral, entrando a su habitación y soltando un suspiró, dejándose caer en la cama del alfa y olfateando con suavidad una de las almohadas.
Suguru miró a Satoru en su cama, solando un suave suspiró silencioso. No podía decirle al omega que, verlo ahí, recostado en la cama, olfateando sus almohadas y soltando un poco de sus propias feromonas le provocaba varios pensamientos que no eran puros.
Sintió las palmas temblorosas, su pierna comenzando con un suave tic. Estaban por dar las doce, era hora, esta sí era la última oportunidad que tendría. ¿Verdad?
Respiró hondo y se sentó en el borde de la cama.
—¿Satoru?
—¿Si?
—¿Quieres...? ¿Te gustaría...? Mañana... —Suguru volvió a respirar hondo— ¿Quieres ser mi V-Valentín mañana?
Hubo un breve silencio, Suguru pensó que Satoru ya se había quedado dormido, pero luego el albino levantó la cabeza.
—Oh —susurró Satoru, haciendo que Suguru aguantará la respiración— sí, claro, ¿Por qué no?
Suguru se congeló, acercándose a la cama cuando Satoru se sentó.
—¿Qué dijiste?
Satoru sonrió, ladeando la cabeza.
—Te dije que sí.
Suguru frunció el ceño, sintiendo un pequeño tic de enojo en su ojo.
—¿Así de fácil?
—Sí.
—¿No vas a pensarlo?
—¿Para qué?
Suguru lo miró fijamente.
—¿Está es una broma?
Satoru frunció el ceño, rascando su nuca, sin entender la reacción de Suguru.
—No, claro que no. ¿Por qué reaccionas así?
Suguru sintió que toda la frustración de la semana lo golpeaba. Esta semana había sido demasiado estresante tratando de encontrar la manera perfecta, ¿Y Satoru le respondía así?
—¿Por qué? ¡Porque estaba demasiado nervioso para pedírtelo! Ensayé veinte más de veinte veces todos los días. Cada intento salió como el carajo y... Ni siquiera hay un sonrojo en tu cara... No tartamudeaste o algo.
Satoru lo miró unos segundos, antes de soltar una carcajada.
—Aw, Suguru, ¡Que tierno eres!
Suguru entrecerró los ojos.
—Ya veo. Esto es una broma, ¿Verdad? Si es así, por favor, ve de regreso a tu casa, esto es muy vergonzoso.
—Suguru.
—¿Qué?
—Pensé que ya estábamos saliendo.
Suguru parpadeó lentamente, su cerebro sin procesar las palabras que acababa de escuchar.
—Quiero decir, siempre terminó oliendo a tus feromonas, me compras cosas, eres dulce conmigo, te quedas en mi departamento cuando te lo pido, sabes todos mis gustos e incluso recibo halagos de tu parte, ¿No te diste cuenta?
Suguru lo miró fijamente, levantando una ceja y luego levantando la cabeza, pensando en que contestar.
Satoru volvió a reír.
—Y yo pensando que era el lento en esta relación por ponerme nervioso al pensar en besarte.
Suguru pasó una mano por su cara, maldiciéndose internamente.
—No puedo creer esto.
Satoru sonrió, tomando su mano con una sonrisa, antes de acercarse un poco más.
Y fue ahí cuando el sonrojo que Suguru quería ver cubrió por completo las mejillas de Satoru.
Suguru sonrió, mordiendo el interior de su mejilla para evitar gritar de la emoción.
—Feliz San Valentín —le susurró Suguru, uniendo sus labios con los de Satoru.
Y ahí estaba. 13 de febrero. 11:57 de la noche. Claramente atrapado en su propia idiotez.
Pero los pequeños golpes en su ventana lo sacaron de sus pensamientos, girando la cabeza hacia ahí, mirando a Satoru ahí, parado afuera.
Se levantó de un saltó, mirando la ventana y abriéndola casi al instante.
—Dios, ya hasta lo alucino —susurró Suguru, haciendo que la ceja de Satoru se levantará.
—Aw, Sugubup, ¿Estoy en tus fantasías? Me halagas.
Suguru sintió sus mejillas calentarse mientas el omega comenzaba a cruzar el lumbral, entrando a su habitación y soltando un suspiró, dejándose caer en la cama del alfa y olfateando con suavidad una de las almohadas.
Suguru miró a Satoru en su cama, solando un suave suspiró silencioso. No podía decirle al omega que, verlo ahí, recostado en la cama, olfateando sus almohadas y soltando un poco de sus propias feromonas le provocaba varios pensamientos que no eran puros.
Sintió las palmas temblorosas, su pierna comenzando con un suave tic. Estaban por dar las doce, era hora, esta sí era la última oportunidad que tendría. ¿Verdad?
Respiró hondo y se sentó en el borde de la cama.
—¿Satoru?
—¿Si?
—¿Quieres...? ¿Te gustaría...? Mañana... —Suguru volvió a respirar hondo— ¿Quieres ser mi V-Valentín mañana?
Hubo un breve silencio, Suguru pensó que Satoru ya se había quedado dormido, pero luego el albino levantó la cabeza.
—Oh —susurró Satoru, haciendo que Suguru aguantará la respiración— sí, claro, ¿Por qué no?
Suguru se congeló, acercándose a la cama cuando Satoru se sentó.
—¿Qué dijiste?
Satoru sonrió, ladeando la cabeza.
—Te dije que sí.
Suguru frunció el ceño, sintiendo un pequeño tic de enojo en su ojo.
—¿Así de fácil?
—Sí.
—¿No vas a pensarlo?
—¿Para qué?
Suguru lo miró fijamente.
—¿Está es una broma?
Satoru frunció el ceño, rascando su nuca, sin entender la reacción de Suguru.
—No, claro que no. ¿Por qué reaccionas así?
Suguru sintió que toda la frustración de la semana lo golpeaba. Esta semana había sido demasiado estresante tratando de encontrar la manera perfecta, ¿Y Satoru le respondía así?
—¿Por qué? ¡Porque estaba demasiado nervioso para pedírtelo! Ensayé veinte más de veinte veces todos los días. Cada intento salió como el carajo y... Ni siquiera hay un sonrojo en tu cara... No tartamudeaste o algo.
Satoru lo miró unos segundos, antes de soltar una carcajada.
—Aw, Suguru, ¡Que tierno eres!
Suguru entrecerró los ojos.
—Ya veo. Esto es una broma, ¿Verdad? Si es así, por favor, ve de regreso a tu casa, esto es muy vergonzoso.
—Suguru.
—¿Qué?
—Pensé que ya estábamos saliendo.
Suguru parpadeó lentamente, su cerebro sin procesar las palabras que acababa de escuchar.
—Quiero decir, siempre terminó oliendo a tus feromonas, me compras cosas, eres dulce conmigo, te quedas en mi departamento cuando te lo pido, sabes todos mis gustos e incluso recibo halagos de tu parte, ¿No te diste cuenta?
Suguru lo miró fijamente, levantando una ceja y luego levantando la cabeza, pensando en que contestar.
Satoru volvió a reír.
—Y yo pensando que era el lento en esta relación por ponerme nervioso al pensar en besarte.
Suguru pasó una mano por su cara, maldiciéndose internamente.
—No puedo creer esto.
Satoru sonrió, tomando su mano con una sonrisa, antes de acercarse un poco más.
Y fue ahí cuando el sonrojo que Suguru quería ver cubrió por completo las mejillas de Satoru.
Suguru sonrió, mordiendo el interior de su mejilla para evitar gritar de la emoción.
—Feliz San Valentín —le susurró Suguru, uniendo sus labios con los de Satoru.