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Capítulo Uno: Tengo hambre
Sorpresivamente, Petey es un chico trans. A pesar de que su cuerpo aún posee las características femeninas y fácilmente podrían confundirlo con una gata, nadie sospecha nada porque es naranja; pocos gatos naranja nacen con el sexo femenino. Además de que su voz es algo grave y cambio sus documentos cuando era un adolescente.
Lo único que no consiguió fue las operaciones y la medicacion, no es tan caro, pero él prefiere no operarse por diferentes razones:
- Es un criminal, no tiene tiempo para ir a un hospital y esperar que le hagan el cambio de sexo sin que después lo arresten.
- Es un criminal, teme que alguien en el quirófano lo asesine por sus crímenes.
- Le teme al dolor post cirugía y a las consecuencias secundarias. (Escuchó que puede llegar a quedarse calvo, no sabe si es verdad, pero prefiere no correr el riesgo).
- No lo quiere admitir, pero en el fondo añora tener una familia. Quiere enamorarse y casarse con alguien que lo ame, y luego tener los hijos de esa persona para que ambos sean los mejores padres para sus hijos.
- La lista de espera es muy larga.
El punto número cuatro se contradice un poco debido a sus sentimiento de odio. Nadie en el mundo le parece una pareja perfecta y nadie en el mundo lo ama. Tiene daddy issues, teme ser cómo su papá, en su cabeza piensa que podría llegar a serlo, los niños lloran y gritan, necesitan mucha atención y paciencia.
Y Petey no tiene nada de paciencia. Se enoja y grita fácilmente. No piensa dañar a niños por eso no tendrá hijos por más que lo desee.
—¿Papá?
O eso pensaba.
Gracias a una de sus malas decisiones (está comenzando a pensar que ser un gato naranja lo está afectando mucho), consiguió un hijo. En realidad es su clon, pero no leyó las instrucciones antes de clonarse así que le salió una versión pequeña suya.
—¿Que sucede?
Sí, tuvo un montón de problemas cuando Li'l Petey llegó a su vida, no quería aceptarlo, ¡Lo abandonó! Pero luego se arrepintió. Ahora ambos son una familia, ahora es un padre.
Que la mayor parte del tiempo debe estar escondido porque aún no pagó por sus crímenes...
Igual cuando está en prisión tiene a Dog Man cuidando a su hijo. Sip, comparte custodia con su némesis.
—Tengo hambre.
Petey se levanta de su asiento, antes de que salga de su laboratorio, unas pequeñas patitas lo detienen.
Li'l Petey lo mira confundido. —¿A dónde vas?
—¿A cocinar? Dijiste que tenías hambre.
—Sí, pero no quiero esa comida. Quiero la de siempre. —Levanta sus bracitos esperando a que su papá lo cargue.
Petey niega con la cabeza y sale del laboratorio mientras dice: —No te daré más leche. —Su hijo corre para seguir a su papá a la cocina.
—¿Por qué?
—Porque ya debes comer comida normal. —Cuando llega a la cocina, levanta a su hijo y lo coloca en una silla especial para mininos.
—¿Por qué?
Agarra los elementos necesario para cocinar. —Porque ya estás grande.
—¿Por qué?
—¡No lo sé! Así saliste de la máquina. ¡Ahora deja de hacer preguntas! —Comienza a cortar unas zanahorias, verduras y luego un pedazo de pollo.
Por alguna extraña e inexplicable razón, el cuerpo de Petey comenzó a producir leche materna el primer día que tuvo a Li'l Petey. Tiene la teoría de que su cuerpo e instintos detectaron a un gatito de su sangre, necesitado de una figura paterna que lo cuide y ame, y tal parece que el cuerpo de Li'l Petey reaccionó similar a la de un gatito recién nacido.
Recuerda cómo su niño buscó inconscientemente (estaba dormido, fue cuando lo «rescató» de Dog Man) uno de sus pezones para comenzar a alimentarse y sus patitas amasaron su pecho para que la leche fluya mejor. Al inicio lo tomó extraño, casi se ríe por ver cómo Li'l Petey creía que era su mamá, hasta que sintió cómo algo salía de su ubre. Alejó la carita del niño, quien gruñó por ser interrumpido en su alimentación, para encontrar gotas de leche materna saliendo de él.
—La leche es una comida normal. —Habla Li'l Petey retomando la conversación.
—Sí, pero para los gatitos.
—Soy un gatito.
—Claro que lo eres. —Coloca lo que cortó en una olla para hervirlo. —Eres un gatito que fue clonado con dientes.
Li'l Petey sonríe mostrando sus dientes de leche. —Y colmillos puntiagudos.
—Peor aún, podrías lastimarme. —Dice jugando antes de colocar un plato de comida frente a su hijo.
El pequeño gato naranja observa asqueado la comida, luego ve a su papá.
—No me gusta.
Petey frunce el ceño. —Ni siquiera la probaste.
—Con sólo verla sé que no me va a gustar.
El adulto le entrega una cuchara. —Come. —Lo obliga. Li'l Petey también frunce su ceño, se cruza de brazos y se niega a mirar el plato. El padre soltero suspira. —Intenta comerlo.
—No me gusta.
—¿Al menos el pollo? ¿O el jugo? —Su hijo sigue molesto. —Házlo por mí. Por tu papá. —Dice con paciencia. —Por favor.
El mini clon vuelve a mirar el plato de sopa, esta vez con una cara triste. Su padre se lo está pidiendo amablemente y él sólo se molesta.
—Está bien... —Ve la sonrisa de su padre.
El gatito agarra un poco de la presa y la mete a su boca para masticar y saborearla.
Intenta con todas sus fuerzas no escupir la comida, ¡su papá le cocinó eso con todo su amor!
El sabor es extraño, cómo si estuviera comiendo algo seco y baboso cómo...
«Una babosa seca...», piensa y compara el sabor del pollo.
Intenta probar el líquido, tal vez eso se parezca un poco a la leche.
...
No se parece para nada a la leche.
Deja su cuchara dentro del plato sin acabar. Mira nuevamente a su papá, triste.
—No puedo, papá. No me gusta.
—¿Ni el pollo?
—Ni el pollo... ¿Puedo tomar leche?
Petey se pone a buscar en toda su cocina algo para que coma su hijo. Se niega a darle leche.
—¿Papá?
Abre la alacena, encuentra una bolsa de papas fritas. Tal vez el niño se anime a comer algo de botana.
Agita la bolsa para enseñársela a su hijo. —Mira~ —Canta para llamar su atención. —¿Quieres papas fritas? —Li'l Petey niega con su cabeza. —... ¡Dale, chico, al menos pruébalas! A los niños de tu edad les encanta este tipo de cosas. —Coloca algunas papas en un bowl pequeño y se lo entrega a su niño. —Come.
A Li'l Petey no le queda de otra. Agarra una papa y la mete a su boca.
—No me gustan...
Petey piensa un poco.
—Son muy saladas y secas.
«¡Ajá!»
Abre su refrigerador, saca un poco de salsa para remojar y la coloca a lado del bowl.
—Con salsa son mejores.
Li'l Petey agarra otra papita y la remoja, siente cómo su papá lo observa con esa cara que pone cuando espera que uno de sus inventos malvados funcione, mastica la papita, saboreando.
Otra vez mira a su papá.
—¿Y si mejor me das leche?
«Demonios, ¿sus papilas gustativas no funcionan o qué?»
No le queda de otra, su lado «papá que le gusta consentir a su hijo» no le permite pensar en alguna solución.
Además, está lleno. No quiere tener un accidente mientras trabaja en su laboratorio.
Carga a Li'l Petey, quién lo esperaba con sus bracitos alzados, y se sienta en una de las sillas del comedor. El niño se acomoda antes de que el gato mayor lo amamante, amasa el cuerpo de su papá, acompañándolo con un ronroneo de agradecimiento por la comida.
El prófugo responde al ronroneo con uno más fuerte. No puede evitar amar estos momentos de paz.
Está considerando en dejar que el destete de su hijo vaya con calma, quizás es algo pronto.
—¡Ay! ¡Ten cuidado con esos colmillos!
No. Mejor sigue luchando contra su hijo y su odio a las comidas sólidas.