- Mensajes
- 204
- Puntos de reacción
- 89
- Puntos
- 229
Toji no era un buen padre.
Él sabía muy bien eso, lo supo el día que estuvo a punto de entregar a su hijo a los Zen'in por una suma de dinero.
Era mucho dinero, le hubiera servido para muchas apuestas, pero cuando vio los ojos llorosos de su hijo, termino por rechazarlo.
Y trataba de arreglar eso. Todos los días. Pero estaba seguro de que Megumi lo seguía odiando.
Tal vez lo odiaría para siempre.
Ese pensamiento era uno de los pocos a los que nunca renunciaría Toji. Porque sabía que se merecía ese odio.
Él sabía muy bien eso, lo supo el día que estuvo a punto de entregar a su hijo a los Zen'in por una suma de dinero.
Era mucho dinero, le hubiera servido para muchas apuestas, pero cuando vio los ojos llorosos de su hijo, termino por rechazarlo.
Y trataba de arreglar eso. Todos los días. Pero estaba seguro de que Megumi lo seguía odiando.
Tal vez lo odiaría para siempre.
Ese pensamiento era uno de los pocos a los que nunca renunciaría Toji. Porque sabía que se merecía ese odio.
(…)
—¡Te lo aseguró, Megumi! Te vas a divertir —Toji no pudo evitar rodar los ojos cuando escuchó la voz de Itadori.
Estaba tan harto de ese chico.
Claro que, le había dicho a Megumi, casi jurado, que no intervendría. Pero no podía evitar hacerlo. ¡Se suponía que debía cuidarlo!
Podía escuchar las muchas palabras que salían de la boca de Itadori, realmente le daba dolor de cabeza tan solo escucharlo. ¿Por qué a Megumi le gustaba?
—¿Espiando a tu hijo? —la voz de Sukuna llegó a sus oídos, haciendo que se diera media vuelta para verlo.
—No.
Sukuna sonrió con burla, comiendo un poco del helado que sostenía.
—Vamos, no hay nada de malo en admitirlo.
—Que tu estés aquí espiando a tu sobrino no significa que yo esté haciendo lo mismo.
Sukuna levantó su dedo indice, negando con el.
—No, no, yo estoy aquí para burlarme de él cuando tu hijo lo rechace.
Toji rodó los ojos, pero se giró para seguir buscando a su hijo. No podía dejarlo tener novio aún, ¡Tenía catorce!
"Diecisiete" pensó casi al instante, antes de decidir que no le importaba. No. Megumi no iba a tener novio, tuviera los años que tuviera.
—¿Qué haces aquí? —la voz de Megumi hizo chasquear la lengua, volviendo a darse la vuelta a donde se escuchaba.
Megumi lo iba a odiar más ahora por esto.
Un pequeño alivió recorrió su cuerpo cuando miró que Megumi no hablaba con él, si no con Gojo.
—¿Disculpa? No es como que me importa que tu estés aquí ¡Claro que yo vengo a una cita con mi gran novio! —Satoru señalo a Suguru, atrapándolo en brazos— mi Suguru.
Megumi asintió, soltando un suspiró y agarrando el antebrazo de Itadori para irse.
—¡¿Pero sabes quién si viene para vigilarte?!
Toji maldijo internamente. Iba a matar a Gojo.
—¡Tu padre! ¡Míralo! ¡Ahí!
Sukuna volvió a reír, observando con diversión lo que estaba por pasar. Megumi miraba a Toji fijamente, el odio en su mirada era algo a lo que Toji ya estaba acostumbrado, ¡Pero no por eso quería que lo siguiera viendo así!
Toji se arrepintió incluso antes de actuar, pero se acercó a Sukuna, pasando su brazo por su hombro.
—Yo ni siquiera sabía que Megumi estaba aquí.
Sukuna lo miró unos segundos, tratando de aguantar sus carcajadas, pasando su brazo por la cintura de Toji.
—¡Exacto! Cómo pueden ver, esta aquí solo para tratar de impresionarme en tiro al blanco.
La expresión en la cara de Megumi no tenía precio para Sukuna. Era una parte asco y otra parte incredulidad. Era grandioso.
—Megumi —dijo Itadori en un susurró— ¿Eso nos hace familia? ¡No podemos ser familia! ¡Me gustas mucho!
El Fushiguro menor, aún aferrado al antebrazo de Itadori, se dio la vuelta y se lo llevo a restaras, quería estar lejos de esos cuatro. No podía creer lo que estaba pasando.
—Bueno, bueno, bueno, pero, ¿Quién lo diría? —dijo Satoru, acercándose— ¿Tú? ¿Toji? ¿Con Sukuna? ¡¿Sukuna?!
El nombrado empujó a Sukuna lejos, ocasionando que su helado se cayera al piso.
—¡Mi amor! ¡Me rompes el corazón!
Toji lo miró unos segundos, antes de respirar hondo, listo para salir de ahí.
—Oh, no irás a ningún lado, Zen'in —Sukuna dijo, atrapándolo en brazos y prácticamente arrastrándolo hacia la feria.
—No me llames así —Toji le contestó casi al instante, tratando de soltarse del agarré de Sukuna.
—Vamos, vamos, tendremos una cita. ¡Hay que celebrar nuestro amor!
—¡Aquí no hay nada que celebrar! ¡Nunca hubo amor!
Sukuna sonrió una vez más, aún arrastrando a Toji hasta llegar a tiro el blanco.
—Vamos, gáname un peluche. Se un caballero. Algo.
Toji lo miro de mala gana, tomando la pelota de plástico que le acercaban y arrojándola hacia enfrente, rompiendo la carpa en el proceso.
—¡Aw! Gracias —dijo Sukuna, arrebatándole el peluche al vendedor para volver a arrastrar a Toji hacia otro lado.
Toji se detuvo cuando escucho la voz de su hijo, mirando hacia los lados, no podía dejar que lo volviera a ver, eso reduciría incluso aún más puntos a su favor.
—¿Eh? —dijo Sukuna con sorpresa cuando Toji lo levantó en uno de sus brazos, corriendo hacia otro lado de la feria— ay, yo sabía que eras un romántico, mira que levantarme así.
Toji quería aventarl0 lejos, golpearlo, algo. Pero sabía que el imbécil era capaz de ir con Megumi a contarle todas las mentiras que se le pasaran por la mente.
—¡Megumi! ¡Megumi! ¡Vamos a la ruleta!
Toji, sin más que perder, lanzo a Sukuna al cisne que estaba frente a ellos.
—Esto es lo más romántico que alguien ha hecho por mi —Sukuna exageró, poniendo sus manos en su pecho, justo arriba del corazón mientras sonreía.
Toji lo miró con el ceñ0 fruncido una vez más, antes de mirar alrededor, los corazones colgando, los querubines con flecha en todos lados, el cisne.
—Que asco —susurró Toji, dándose cuenta de que había entrado al túnel del amor.
Toji lo miró unos segundos, bajando la mano hacia el agua y tomando un poco en la mano, antes de lanzársela a la cara a Sukuna.
Sukuna se quedó quieto unos segundos, antes de mover el cisne donde estaban y ocasionando que la mano de Toji, que aún estaba fuera del bote, se llenará de agua hasta el codo.
—Eres un...
—Tu empezaste —Sukuna se justificó, levantando las manos en señal de tregua.
Pero Toji no daba treguas.
—Claro, lo siento —dijo en voz baja, antes de empujar a Sukuna, quién había estado riendo, por lo que terminó ocasionando que Sukuna saliera del cisne, cayendo directamente hacia el agua.
Toji río, estirándose y acomodándose en el bote, ahora se sentía mejor.
Sukuna se levantó del agua, la corriente le llegaba casi a la cintura, pero toda su chaqueta estaba empapada también.
—Bueno, así va a ser —susurró, antes de correr hacia el cisne.
Claro, que, no sabía que había una simulación de cascada ahí, lo que ocasiono que el cisne se desviará ante su golpe.
Toji sintió un golpe contra su espalda gracias al material del cisne, antes de resbalar y caer al agua.
—¡¿Eres idiota?! —le gritó Toji, levantándose del agua y pateando el cisne para lograr alcanzar a Sukuna.
No recordaba la última vez que se comportó así, sabía que estaba siendo infantil. Carajo, se suponía que tenía que ser un buen ejemplo de padre. Pero Sukuna lo hacia enojar.
Aunque tal vez estaba algo divertido.
Solo tal vez.
Ambos terminaron por caer, el sol acandilado los ojos de los dos.
—Oye, Megumi... —susurró Itadori, mirando hacia abajo, donde residían Toji y Sukuna, ambos empapados de pies a cabeza.
Megumi solo negó con la cabeza, dándose la vuelta para irse.
—¿Ya viste lo qué ocasionaste? —Toji le dijo a Sukuna, levantándose para irse.
—¡Fushiguro! ¡Vamos! —Sukuna le dijo, caminando detrás de él para alcanzarlo. Pero una mano se posó en su hombro, haciendo que se detuviera.
—Solo te vas a ganar una paliza si vas con él —le dijo Satoru, acomodando sus gafas.
—Agh, déjame en paz, Gojo. Ve con tu noviecito.
—Él fue con Megumi —Satoru le dijo, cruzando sus brazos— y tu debes dejar que Toji se desquite con un árbol o algo.
—Por Dios, no es para tanto, él va a estar bien.
Satoru negó con la cabeza, agarrando más fuerte a Sukuna cuando este trató de irse una vez más.
Estaba tan harto de ese chico.
Claro que, le había dicho a Megumi, casi jurado, que no intervendría. Pero no podía evitar hacerlo. ¡Se suponía que debía cuidarlo!
Podía escuchar las muchas palabras que salían de la boca de Itadori, realmente le daba dolor de cabeza tan solo escucharlo. ¿Por qué a Megumi le gustaba?
—¿Espiando a tu hijo? —la voz de Sukuna llegó a sus oídos, haciendo que se diera media vuelta para verlo.
—No.
Sukuna sonrió con burla, comiendo un poco del helado que sostenía.
—Vamos, no hay nada de malo en admitirlo.
—Que tu estés aquí espiando a tu sobrino no significa que yo esté haciendo lo mismo.
Sukuna levantó su dedo indice, negando con el.
—No, no, yo estoy aquí para burlarme de él cuando tu hijo lo rechace.
Toji rodó los ojos, pero se giró para seguir buscando a su hijo. No podía dejarlo tener novio aún, ¡Tenía catorce!
"Diecisiete" pensó casi al instante, antes de decidir que no le importaba. No. Megumi no iba a tener novio, tuviera los años que tuviera.
—¿Qué haces aquí? —la voz de Megumi hizo chasquear la lengua, volviendo a darse la vuelta a donde se escuchaba.
Megumi lo iba a odiar más ahora por esto.
Un pequeño alivió recorrió su cuerpo cuando miró que Megumi no hablaba con él, si no con Gojo.
—¿Disculpa? No es como que me importa que tu estés aquí ¡Claro que yo vengo a una cita con mi gran novio! —Satoru señalo a Suguru, atrapándolo en brazos— mi Suguru.
Megumi asintió, soltando un suspiró y agarrando el antebrazo de Itadori para irse.
—¡¿Pero sabes quién si viene para vigilarte?!
Toji maldijo internamente. Iba a matar a Gojo.
—¡Tu padre! ¡Míralo! ¡Ahí!
Sukuna volvió a reír, observando con diversión lo que estaba por pasar. Megumi miraba a Toji fijamente, el odio en su mirada era algo a lo que Toji ya estaba acostumbrado, ¡Pero no por eso quería que lo siguiera viendo así!
Toji se arrepintió incluso antes de actuar, pero se acercó a Sukuna, pasando su brazo por su hombro.
—Yo ni siquiera sabía que Megumi estaba aquí.
Sukuna lo miró unos segundos, tratando de aguantar sus carcajadas, pasando su brazo por la cintura de Toji.
—¡Exacto! Cómo pueden ver, esta aquí solo para tratar de impresionarme en tiro al blanco.
La expresión en la cara de Megumi no tenía precio para Sukuna. Era una parte asco y otra parte incredulidad. Era grandioso.
—Megumi —dijo Itadori en un susurró— ¿Eso nos hace familia? ¡No podemos ser familia! ¡Me gustas mucho!
El Fushiguro menor, aún aferrado al antebrazo de Itadori, se dio la vuelta y se lo llevo a restaras, quería estar lejos de esos cuatro. No podía creer lo que estaba pasando.
—Bueno, bueno, bueno, pero, ¿Quién lo diría? —dijo Satoru, acercándose— ¿Tú? ¿Toji? ¿Con Sukuna? ¡¿Sukuna?!
El nombrado empujó a Sukuna lejos, ocasionando que su helado se cayera al piso.
—¡Mi amor! ¡Me rompes el corazón!
Toji lo miró unos segundos, antes de respirar hondo, listo para salir de ahí.
—Oh, no irás a ningún lado, Zen'in —Sukuna dijo, atrapándolo en brazos y prácticamente arrastrándolo hacia la feria.
—No me llames así —Toji le contestó casi al instante, tratando de soltarse del agarré de Sukuna.
—Vamos, vamos, tendremos una cita. ¡Hay que celebrar nuestro amor!
—¡Aquí no hay nada que celebrar! ¡Nunca hubo amor!
Sukuna sonrió una vez más, aún arrastrando a Toji hasta llegar a tiro el blanco.
—Vamos, gáname un peluche. Se un caballero. Algo.
Toji lo miro de mala gana, tomando la pelota de plástico que le acercaban y arrojándola hacia enfrente, rompiendo la carpa en el proceso.
—¡Aw! Gracias —dijo Sukuna, arrebatándole el peluche al vendedor para volver a arrastrar a Toji hacia otro lado.
Toji se detuvo cuando escucho la voz de su hijo, mirando hacia los lados, no podía dejar que lo volviera a ver, eso reduciría incluso aún más puntos a su favor.
—¿Eh? —dijo Sukuna con sorpresa cuando Toji lo levantó en uno de sus brazos, corriendo hacia otro lado de la feria— ay, yo sabía que eras un romántico, mira que levantarme así.
Toji quería aventarl0 lejos, golpearlo, algo. Pero sabía que el imbécil era capaz de ir con Megumi a contarle todas las mentiras que se le pasaran por la mente.
—¡Megumi! ¡Megumi! ¡Vamos a la ruleta!
Toji, sin más que perder, lanzo a Sukuna al cisne que estaba frente a ellos.
—Esto es lo más romántico que alguien ha hecho por mi —Sukuna exageró, poniendo sus manos en su pecho, justo arriba del corazón mientras sonreía.
Toji lo miró con el ceñ0 fruncido una vez más, antes de mirar alrededor, los corazones colgando, los querubines con flecha en todos lados, el cisne.
—Que asco —susurró Toji, dándose cuenta de que había entrado al túnel del amor.
Toji lo miró unos segundos, bajando la mano hacia el agua y tomando un poco en la mano, antes de lanzársela a la cara a Sukuna.
Sukuna se quedó quieto unos segundos, antes de mover el cisne donde estaban y ocasionando que la mano de Toji, que aún estaba fuera del bote, se llenará de agua hasta el codo.
—Eres un...
—Tu empezaste —Sukuna se justificó, levantando las manos en señal de tregua.
Pero Toji no daba treguas.
—Claro, lo siento —dijo en voz baja, antes de empujar a Sukuna, quién había estado riendo, por lo que terminó ocasionando que Sukuna saliera del cisne, cayendo directamente hacia el agua.
Toji río, estirándose y acomodándose en el bote, ahora se sentía mejor.
Sukuna se levantó del agua, la corriente le llegaba casi a la cintura, pero toda su chaqueta estaba empapada también.
—Bueno, así va a ser —susurró, antes de correr hacia el cisne.
Claro, que, no sabía que había una simulación de cascada ahí, lo que ocasiono que el cisne se desviará ante su golpe.
Toji sintió un golpe contra su espalda gracias al material del cisne, antes de resbalar y caer al agua.
—¡¿Eres idiota?! —le gritó Toji, levantándose del agua y pateando el cisne para lograr alcanzar a Sukuna.
No recordaba la última vez que se comportó así, sabía que estaba siendo infantil. Carajo, se suponía que tenía que ser un buen ejemplo de padre. Pero Sukuna lo hacia enojar.
Aunque tal vez estaba algo divertido.
Solo tal vez.
Ambos terminaron por caer, el sol acandilado los ojos de los dos.
—Oye, Megumi... —susurró Itadori, mirando hacia abajo, donde residían Toji y Sukuna, ambos empapados de pies a cabeza.
Megumi solo negó con la cabeza, dándose la vuelta para irse.
—¿Ya viste lo qué ocasionaste? —Toji le dijo a Sukuna, levantándose para irse.
—¡Fushiguro! ¡Vamos! —Sukuna le dijo, caminando detrás de él para alcanzarlo. Pero una mano se posó en su hombro, haciendo que se detuviera.
—Solo te vas a ganar una paliza si vas con él —le dijo Satoru, acomodando sus gafas.
—Agh, déjame en paz, Gojo. Ve con tu noviecito.
—Él fue con Megumi —Satoru le dijo, cruzando sus brazos— y tu debes dejar que Toji se desquite con un árbol o algo.
—Por Dios, no es para tanto, él va a estar bien.
Satoru negó con la cabeza, agarrando más fuerte a Sukuna cuando este trató de irse una vez más.
(…)
—Papá —dijo Megumi, afuera de la puerta de Toji cuando llegó a casa.
—¿Si? —contestó Toji, secando su cabello con una toalla.
—A mi, en realidad... No me molestaría que salieras con alguien —le susurró en voz baja, demasiado baja antes de volver a caminar hacia su propio cuarto— ¿Pero por qué tiene que ser Sukuna-sensei? De toda la gente...
—¿Si? —contestó Toji, secando su cabello con una toalla.
—A mi, en realidad... No me molestaría que salieras con alguien —le susurró en voz baja, demasiado baja antes de volver a caminar hacia su propio cuarto— ¿Pero por qué tiene que ser Sukuna-sensei? De toda la gente...