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(Notas:
-Midousuji y Daniela llevan unos meses de casados.
-Midousuji está en la universidad.
-Es parte del canon de mi historia
-Esto es demasiado autoindulgente

En los dialogos:
Si hay letra normal están hablando en español, si es cursiva en inglés y en negrita si es en japones, decidí hacerlo de esta manera porque era más sencillo de leer y fluye mejor la lectura)
Y por una camiseta...
Midousuji sale del baño luego de darse una pequeña ducha, pero no encuentra su camiseta favorita cuando la busca en los cajones de su mueble, se pregunta dónde quedó. Pensó en preguntarle a Daniela, sin embargo lo dudó un momento, si él no sabía dónde estaba, ella tampoco lo iba a saber porque no es su ropa. Midousuji suspiró un poco frustrado, escuchó la puerta abrirse sabiendo que era Daniela.
—Oye, ¿Has visto mi camise...? —Midousuji la miró atónito— ¡Kimo! ¿Qué haces con mi ropa?
—¿Qué? Pensé que podía tomarla prestada, además es fresquita... —dijo Daniela mientras se comía un helado—. Pero si la quieres me la puedo quitar, sabes.
—No, no. Da igual. —Midousuji suspiró buscando otra cosa que ponerse.
Daniela sonrió mientras le daba un mordisco a su helado y se acercó a él.
—¿No estás molesto? —preguntó un poco preocupada.
Midousuji volteó a mirarla por unos segundos, sus mejillas enrojecieron y se sintió estúpido, sólo era una simple camiseta de su propiedad siendo usada por su esposa, no era para tanto, muchas otras veces Daniela hizo lo mismo. Pero ¿por qué ahora se veía tan atractiva? ¿Era porque estaba comiendo ese helado tan descuidadamente? ¿Era porque le gustaba su olor? ¿Era por su sonrisa o lo adorable que se veía? ¿O tal vez sus hormonas junto al calor del verano le estaban jugando una mala pasada? Por más que pensó no pudo llegar a la respuesta, lo único que sabía era que quería estrecharla entre sus brazos y eso hizo, la abrazó fuerte y de una forma tan sorpresiva que a Daniela se le cayó su helado a medio comer.
—¡Mi helado! ¡Midousuji, ten más cuidado! —exclamó Daniela un poco molesta, odiaba desperdiciar algo comestible de esa forma.
—Lo siento... ¿Me perdonas? —preguntó mirándola fijamente a los ojos con la intención de comunicarle cuanto la deseaba en ese momento.
—... Claro...
Notaba algo extraño en Midousuji, no sabía que era, pero no tuvo tiempo de pensarlo porque su mirada la hacía estremecerse. Midousuji sonrió de lado al ver su reacción y le quitó sus lentes dejándolos en la mesita de noche.
—Midousuji... Tú...
No la dejó hablar pues la besó en los labios, saboreando el dulce del helado y sintiendo su piel fría. Daniela le correspondió abrazándolo rodeando su espalda. Midousuji siguió besándola con mucha pasión y calma a la vez mientras sus manos acariciaban su espalda, su lengua se introdujo en su boca con sumo cuidado acariciando la de ella, Daniela rió un poquito mientras la empujaba con la suya. En cuanto el beso terminó, Midousuji habló.
—Quítate eso de encima.
—Vaya, que forma tan apasionada de pedir una camiseta de vuelta —Daniela bromeó un poco, Midousuji rió un poco y luego volvió a su seriedad.
—No es eso, quiero follar.
—Ahh... —Daniela se rió por el malentendido—. Okay, okay.
Daniela le sacó la lengua, luego se separó un poco de él para darse la vuelta y quitarse su camiseta. Midousuji suspiró de forma involuntaria al ver que no llevaba nada debajo, no era extraño en ella, pero en ese momento eso era demasiado provocador para él. En verdad, ella lo volvía loco. Daniela agarró la camiseta y se dio la vuelta.
—Ya está. —Le sonrió. Midousuji entonces la tomó de la cintura.
—Cambié de opinión, póntela de nuevo. —Daniela al principio creyó que ya no quería hacer nada, pero mirando sus ojos se dió cuenta de su excitación.
—Oh, ¿un nuevo fetiche? —preguntó de forma traviesa.
—Kimo, cállate. —Midousuji se puso rojo como un tomate.
—Okay... —Daniela rió un poco.
Se separó un poco para ponerse la camiseta de nuevo e hizo un par de poses para Midousuji, este se rió de ella y la volvió a abrazar besando sus labios.
—¿Seguirás haciendo el tonto mientras follamos? —preguntó bromeando un poco. Daniela se rió.
—¿Me estás retando? —Midousuji soltó una risa.
—Si quieres interpretarlo así, pues bien...
Daniela le sonrió y se puso en puntillas para darle un beso, luego lo tomó de la cintura y soltó su toalla dejándolo desnudo, Midousuji se sonrió sin poderlo evitar y dejó que Daniela se arrodillara en frente de él.
—¿Qué pretendes hacer ahí? —preguntó en un tono burlón.
—Comerme tu polla. —Daniela le comenzó a masturbar lentamente.
—Que asquerosa... —Midousuji soltó una pequeña risa y finalizó la conversación ahí, pues ahora se concentraba en las caricias que su esposa le proporcionaba.
Las caricias sobre su creciente erección continuaron mientras Midousuji suspiraba aún con la sonrisa en su cara, no le quitaba los ojos de encima a su esposa y Daniela tampoco a él.
Cuando lo sintió muy duro en su mano sacó la lengua para lamer la punta, sintió a Midousuji estremecerse mientras seguía lamiendo el glande jugueteando un poco con él. A los minutos ya podía notar su impaciencia en su ceño ligeramente fruncido, pero al parecer estaba de acuerdo con ese juego y se dejaba hacer. Luego de torturarlo un par de minutos más abrió la boca para introducir poco a poco la erección de Midousuji, este soltó un gemido ahogado al sentir su cavidad bucal húmeda y caliente.
—Oh, como me encanta esa boca... —suspiró Midousuji acariciando su cabello.
Daniela sentía su entrepierna humedecerse ante sus palabras, comenzó a lamer y chupar su polla marcando un vaivén muy lento mientras disfrutaba del sabor salado y la mirada tan deseosa que Midousuji le regalaba. Sus suspiros y jadeos sonaban en toda la habitación mientras se sentía cada vez más y más excitado, acaricio el cabello de Daniela.
—Así. Que bien lo haces.
Continuó succionando más fuerte y la sacó un momento de su boca para sacarle la lengua a Midousuji en un gesto travieso.
—Deja de tentarme —se quejó sintiendo su polla palpitar en la mano de ella.
—Pero, si no te tiento no es divertido... —Daniela se ríe un poco—. Me gusta cuando pierdes el control.
Daniela le saca la lengua una vez más y luego vuelve a introducir la erección de Midousuji en su boca por completo, este gimió en respuesta. Daniela lo miró a los ojos dándole el permiso de controlar la situación, Midousuji no se hizo de rogar y comenzó a embestir su boca mientras sostenía fuerte su cabello para no dejarla ir.
—Sigue... Sólo un poco más... —gimió Midousuji al ver las lágrimas en sus ojos, sólo un poco más y se correría en su boca— ...Toma tu premio, Daniela, tragalo todo y no dejes nada.
Soltó un gemido ahogado y todo su cuerpo tembló al llegar al orgasmo, los espasmos no cesaban mientras sentía a Daniela tragarse todo su semen, la dejó ir cuando la escuchó toser un poco.
—Eso estuvo muy intenso. —Midousuji se arrodilló y sostuvo su cara un momento para verla.
—¿Estás bien? ¿Fui muy rudo?
—Estoy bien... —Daniela suspiro como si le faltara un poco el aire—. No te preocupes...
Midousuji la soltó aliviado.
—Deberías pensar en las consecuencias de tus actos...
—... Me gustan tus consecuencias —le contestó Daniela con una sonrisa abrazando sus hombros.
—Por Dios, que asquerosa eres —dijo con una mueca de desagrado y le sacó la lengua frunciendo el ceño.
—Supongo que sí, debiste pensarlo mejor antes de casarte con una pervertida, ¿no crees? —Daniela ladeó la cabeza de forma juguetona.
Midousuji indiferente volvió a besarla colando sus manos debajo de su camiseta tocando su piel con mucho cariño, amor y deseo, quería demostrarle cuánto la quería, a este punto no podría parar, a menos que Daniela lo quisiese así, pero mientras estuviera dispuesta a seguir de esa manera, él continuaría y la haría experimentar el mejor placer de su vida.
Se separó de sus labios para atacar su cuello dejando besos y lamidas hasta llegar a su clavícula mientras continuó acariciando su cuerpo, definiendo cada curva de su silueta con sus manos, adorándola, luego una de sus manos se deslizó desde su espalda hasta su sexo, acarició los labios y cerca de su clítoris sintiendo al tacto lo mojada que estaba, debía admitir que eso le encantaba de ella, ni siquiera necesitaba tocarla para tenerla así y eso sólo hacía crecer su deseo por ella.
—Midousuji...
—¿Si?
—Midousuji... Mi espalda, duele... —Midousuji se rió un poco.
—¿Quieres que ponga el futón?
—Por favor...
Midousuji rodó los ojos sonriendo un poco, pero no se quejó, no le molestaba interrumpir ese momento mientras ella estuviera cómoda, se levantó a buscar el futón y lo tendió sobre el suelo rápidamente, se sentó allí y palmeó un poco a su lado para que Daniela se sentará. Daniela le sonrió y le obedeció, Midousuji se acercó más a ella recostándola sobre el futón y cuidadosamente se acomodó entre sus piernas aprisionando su cuerpo sin aplastarla, Daniela lo abrazó mientras una nueva sesión de besos comenzó y Midousuji no perdió el tiempo en demostrarle cuánto la deseaba en ese instante, se frotó contra ella sin separarse de sus labios, la besaba con hambre, queriendo transmitirle todos sus sentimientos.
Daniela por su parte recorría su espalda, acariciando cada pedazo de piel que estuviera a su alcance, incluso sus manos se deslizaron mucho más allá de su cintura, tomando ambos glúteos entre sus manos, disfrutando de su firmeza y a la vez la suavidad de la piel. Escuchó a Midousuji reír contra sus labios.
—Pervertida, ¿Por qué te gusta tanto tocarme ahí? —preguntó en un tono burlón.
—Tienes un buen culo. —Midousuji se rió a carcajadas mientras sus mejillas se tiñeron de rojo.
—Kimo, eres tan asquerosa.
—¡Que cruel! Y yo que te estoy haciendo un cumplido —dijo Daniela fingiendo indignación, Midousuji le sonrió con un toque coqueto.
—Descuida, puedes seguir tocando si así lo deseas... —Midousuji volvió a besarla dando por terminada la conversación.
Duraron un buen rato así, besándose, frotándose contra el otro y acariciándose como podían, disfrutando de ese momento íntimo entre los dos.
—Akira... ¿Puedes frotarlo contra mi clítoris?... —le susurró Daniela contra sus labios.
—¿Qué? ¿Ya estás tan excitada? —preguntó en un tono burlón mientras le sonreía.
—Sí, estoy tan caliente, quiero correrme... —Midousuji rió un poco ante su enorme necesidad.
—Eres tan sucia e impaciente...
Midousuji no tardó en cumplir su petición, se incorporó quedando arrodillado y colocó la punta de su pene junto a su clítoris, empezó a frotarlo como más le gustaba a Daniela arrancándole jadeos y gemidos de placer. Ella se movía en su dirección buscando más contacto, hundida en todo ese gozo que Midousuji le daba. Akira se mordía el labio inferior ardiendo por dentro al verla tan deshecha, siguió frotando su erección contra su clítoris mientras subió una de sus piernas dejando su pie accesible para lamerlo, luego puso el dedo gordo de su pie en su boca, una sonrisa zorruna apareció en su cara mirándola fijamente a los ojos, logrando su cometido, excitarla aún más.
—Midousuji... —gimió.
—Akira... —corrigió aún con el dedo en su boca.
—Akira... Akira... —gimió deseosa de alcanzar su orgasmo— No pares... Sigue frotándolo... Sigue... Méteme los dedos...
—¿Segura? —preguntó con genuina preocupación, no quería hacerle daño.
—Por favor...
Midousuji dejó su pierna sobre su hombro y con su mano libre introdujo suavemente el dedo corazón dentro de ella, la sintió estremecerse y movió el dedo con el máximo cuidado posible arrancando aún más gemidos de su garganta, su erección no paraba de palpitar al verla derritiéndose por su toque. No podía mentir, no lo soportaba más, quería correrse junto con ella, así que ante la sorpresa de Daniela juntó sus piernas y las acomodó en su hombro aprisionando su polla entre ellas.
Comenzó a moverse disfrutando en exceso de dar y recibir placer, de tener a Daniela en un estado deplorable, vistiendo su camiseta, gimiendo de placer a punto de correrse, y él haría un buen trabajo, le daría el mejor orgasmo de su vida mientras también sentía el suyo haciéndose presente.
—No pares, Akira, no pares, Dios... Quiero que me folles con esa verga... Te necesito, bebé... —Midousuji se excitaba cada vez más y más por las obscenidades de su esposa—. Oh, tu dedo se siente tan bien...
—¿Quieres otro dedo? ¿Quieres que te abra para mí? —preguntó con voz ronca.
—Sí... Sí, ábreme, conviérteme en tu puta, haz lo que quieras conmigo.
—¡Pii!
Midousuji apretó los dientes. La forma en la que hablaba, sus ojos deseosos de más, toda ella era demasiado sexy, esto era demasiado para él. Introdujo otro dedo en su interior con sumo cuidado y siguió bombeando su agujero una y otra vez mientras él llegaba a su propio orgasmo, sin embargo no detuvo sus dedos, bajó sus piernas y con su otra mano masturbó su clítoris buscando estimularla aún más.
—Akira... Akira... —Daniela gimió retorciéndose y alcanzando su clímax.
Arqueó su espalda mientras seguía suspirando el nombre de Midousuji y disfrutando de los espasmos de ese delicioso orgasmo. Akira dejó sus dedos dentro hasta que sintió que Daniela dejaba de contraerse y entonces los sacó con delicadeza. Ella lo miraba satisfecha, en una dicha y éxtasis impresionantes, se rió un poco luego de recuperar el aliento.
—Lo siento... ahora tu camiseta está manchada con semen por mi culpa —Midousuji se rió muchísimo.
—¡Eww, Kimo! —Midousuji continuó riéndose—. Quítate eso, es mi camiseta favorita, la lavaré ahora.
—¡¿Ahora?! —exclamó Daniela y frunció el ceño, agarró el borde de la camiseta y se abrazó a ella—. No, no, quiero mimos.
—Daniela, dame la camiseta —dijo Midousuji con las mejillas sonrojadas por el comportamiento infantil de su esposa.
—No. —Daniela le sacó la lengua y Midousuji suspiró fuerte.
—¡Que me la des!
Midousuji jaló la camiseta mientras Daniela lo empujaba con los pies para que no se acercara, comenzando a reírse de esa situación tan estúpida y al final Midousuji fue contagiado por sus risas, todo se convirtió en una falsa pelea donde Daniela se resistía a quitarse la camiseta y Midousuji intentaba obligarla a quitársela.
—Ya, ya, te la voy a pasar, pero por favor para que me voy a morir de risa —dijo Daniela sin poder parar de reír a carcajadas al igual que su esposo.
—Deberías pensar en las consecuencias de tus actos —le repitió una vez más mientras aprovechaba un descuido de ella para tomarla entre sus brazos y sentarla en el futón.
—Es que... No quería estar sola, entiéndeme... —Daniela dice entre pequeñas risas y quejándose como niña pequeña. Midousuji suspiró con un sonrojo en sus mejillas.
«Demasiado adorable, que asco», pensó Midousuji mientras la despojaba de SU camiseta y le prometía volver en breve. Se levantó con rapidez para terminar pronto su tarea y regresar con ella, tardó más de lo que hubiese querido lavando su camiseta a mano, pero una vez hubo terminado caminó hacia la habitación donde estaba Daniela. La encontró allí mirando el helado derretido en el suelo.
—Casi me olvido de eso —dijo Midousuji entrando en la habitación—. Lo limpiaré.
Daniela quiso decir algo en contra de eso, pues consideraba que ya había esperado demasiado para un poco de afecto de parte de él, sin embargo no dijo nada, de todas formas tenían que limpiar pronto antes de que el suelo de madera se estropeara. Midousuji regresó y limpió el suelo entretanto Daniela decidió calentar el agua del ofuro para darse un baño juntos.
Ambos se asearon con total tranquilidad, ayudando al otro y en silencio, se miraban entre ellos de reojo compartiendo sonrisas cómplices. Se metieron al ofuro, Midousuji permitió que Daniela apoyara la espalda en su pecho y la abrazó rodeando su abdomen, ella se rió un poquito al sentir a Midousuji abrazándola y besando su mejilla.
—Te quiero. —susurró Daniela con la intención de no romper el ambiente que se había creado.
—Y yo a ti...
—Quiero dormir el resto del día... —Daniela se estiró mientras Midousuji soltó una risa.
—No puedo decir que no a eso.
—Entonces, ¿Dormirás conmigo?
—Sí, ya terminé mis deberes de la universidad... —Daniela le sonrió y se volteó un poco para acariciar la mejilla de Midousuji.
—Oh, ¿mi bebé responsable quiere un descanso?
—Asquerosa. —Midousuji frunció un poco el ceño mientras Daniela se reía—. Tomaré un descanso —aceptó y besó una vez más su mejilla.
—Okay...
Luego de un largo rato relajándose en el ofuro entre el silencio y los tarareos ocasionales de Daniela, terminaron su baño, se secaron bien y en unos cuantos minutos estuvieron los dos acostados bajo las mantas del futón acurrucados abrazándose. Sin embargo aún con toda esa relajación ninguno de los dos dormía, disfrutando de ese tiempo juntos, de sentir la respiración y el calor del otro.
—Mimos, quiero mimos... —susurraba Daniela pegándose a él y entrelazando sus piernas.
—Ya lo sé, cállate, das asco.
—Mimos... —repitió ella acurrucándose— Midousuji es tan calientito y cómodo.
—... Y tú eres muy suave —contestó con el ceño ligeramente fruncido y un rubor en sus mejillas.
Acarició el cabello de su esposa mientras su otro brazo la estrechaba contra él, no lo diría en voz alta, pero amaba sentirse tan conectado con ella, amaba esos momentos de tranquilidad luego de toda esa explosión de emociones y sensaciones. Sabía que Daniela opinaba lo mismo.
Continuó acariciando su cabello y besó su frente, la amaba, la amaba tanto.
—Te amo, tonta... —susurró muerto de vergüenza.
—Yo también, idiota...
Ambos se rieron suavemente de los apodos anteriormente dichos. Se dedicaron a pasar mucho tiempo juntos ese día y a dormir acurrucados en su lecho de amor.